Navegar con sabiduría.

No puedes cambiar el viento, pero puedes ajustar las velas.

Todos sabemos que el viento sopla en direcciones imprevistas, desafiando nuestras expectativas y planes. En mi humilde opinión, intentar controlarlo es francamente absurdo. Sin embargo, aunque no podamos controlar su rumbo, siempre conservamos el poder de ajustar nuestras velas. En cada giro y vuelta, reside la oportunidad de adaptarnos, de encontrar nuevas rutas y así alcanzar nuestros destinos con determinación y flexibilidad.

En lugar de luchar contra la corriente, sugiero que aprendamos a navegar con sabiduría, aprovechando el viento a nuestro favor para avanzar con confianza hacia nuestras metas. En última instancia, recordemos que son nuestras decisiones las que nos llevan a buen puerto, sin importar los caprichos del viento.